jueves, 2 de julio de 2009

Piedra

¿como puedo privar a la humanidad de esta genialidad? da igual, tarde o temprano se apagará, la maravilla de la vida, se ofusca… siempre a nuestras espaldas, la temprana satisfacción se alarga hasta parecernos injusta su extinción… arrogancia temprana,y dime tu si acaso tengo culpa yo de no amarte, si "hantes" tus ojos de verdad me parecía impenetrables, y ahora lo que veo es que sólo lo parecen porque no hay casi nada que penetrar, sólo hay lo que comprendes, y lo que no comprendes lo entiendes por la inexorabilidad dada por los demás, por conformidad…
Por curiosidad me junte nuevamente contigo, y porque me sentía aburrido.

“¿entonces cuando nos vamos a ver de nuevo?”
“tal vez el otro año”
“o hasta que estés de nuevo aburrido”
“no, ya sé que no me voy a entretener”

¿Y qué culpa tengo yo? soy egoísta, lo sé, ¿pero ahora? tras todo el daño que infringí, tras toda la indiferencia que regué, tras toda ironía que enterré, en fin, tras todo lo que entregué ¿cómo puedo sentir mis bolsillos abultados… de vacío acaso? registro con mis manos las heridas placenteras autoinfringidas y encuentro cicatrices ficticias, irónicas para todos... ¿cómo puede una fuerza, con tanta fuerza, hacerme creer que lo malo es bueno?¿y por qué no solidariza con la causa y con la mitad de su fuerza esa fuerza la entrega a esos simples ojos que parecen impenetrables pero que no lo son y lo son porque casi no hay nada que penetrar para que de una vez por todas de mi maldita mente se pueda alejar ese pequeño, minúsculo y molesto detalle que no deja a mi conciencia una oportunidad de paz, de olvido, y con la vista clara y segura al futuro desprevenido poder mirar?

Pero claro, “¡no!”, si al final, ese pequeño minúsculo y molesto detalle nunca fue remordimiento, es como si mi vida fuera una zona libre de remordimiento, tal vez esa sea la vertebra de la libertad… en fin… no hay para que pedir que esa fuerza empuje a los demás a ella, al precipicio donde me empuja a mí, después de todo, todos sabemos que por culpa de nuestra piedra mas amada nos tropezamos y caemos de hocico al profundo precipicio que le encuentras fondo cuando te das cuenta que tienes de nuevo tu piedra mas amada en la mano, por arte y obra de magia.

Sí, antes deseaba, jajajajahantes”…. sí, creo que me equivocaba – y elevando su mano Adán fumaba tierna nostalgia, botaba el humo y con el escribía “hantes” en la atmósfera plana mientras caía de espaldas por su precipicio - ¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH! – fue su grito de dolor, cuando el fondo tocó, y con su cabeza quebró, llenando de rojo su sudor y vahó.
Poniéndose en pie, mareándose, respirando aun tabaco, tocando el manantial de su sangre con la mano derecha y jugando con una piedra en la mano izquierda, piedra por llamarla algo, no sé cómo caía cuando la aventaba a arriba, pues no pesaba nada, como si su piedra fuera su conciencia…
Ahora estaba en la ensenada, su ropa roja teñida mandaba, su piedra corría por sus venas, pensaba de nuevo en Clara, en no poder amarla, a él le gustaba sufrir por ella, lo hacía sentir con sus bolsillos llenos… daba igual, ella no le correspondía, él lo sabía, los costos de enamorarse alguna vez de una aire… que estúpido, sonreía de nostalgia.

“oiga, le pasa algo”, le dijo un marino preocupado.
“no, por qué?”
“está lleno de sangre”
ah, no importa, tengo harta”
“¿ta´seguro?”
“si poh´, todos tienen harta, yo la uso hasta para bañarme, oiga, sabe usted donde puedo comer algo, tengo hambre”
“ahí hay un restorán, preparan unos mariscos re buenos”
“¿y preparan otras cosas?”
“yo creo, pero nunca he comido otra cosa ahí”
“me imagino”

Adán le dio la mano a su vecino y se fue al restorán, se quito el abrigo para que no le preguntaran por lo de la sangre, y entró. Unas mesas por allí, unas sillas por acá, daba igual, los pocos que comían lo hacían en la barra del restorán, le pregunto al dueño si hacían otras cosas aparte de los mariscos y le dijeron que obvio, pero que los mariscos eran lo mejor… Adán comió una ensalada de apio y fideos con salsa de tomaste, eso si era re bueno. Termino de comer, espero un poco y se fue.
Clara, sentada en la baranda del mirador se le aparecía, era un fantasma, y él la besaba. Follaban. No había nadie más en la zona, su herida otra vez sangró, pero esta vez era tan espesa como savia. Mientras la penetraba, el fantasma de Clara le susurraba en la cara “a veces ahhhh es sumamente extraño, mmmi cabeza es azota ahh por dentro ahh, no se dejan escapar las ideas, mmm como si fueran agua, yyy se llenara un pecera, yyhhh, la pecera explota ¡ahhhh!, estaba demasiado llena ¡mmm!, eso es lo terrible ahhh, no se rebalsa, ¡explota!, yyhhh da igual, pues por fuera de la pecera ahhh, hay otra pecera mas grande, mmm y los pedazos de vidrio mmmm y el agua mmm se mezclan llenando esta otra pecera, ahhhh, y así hasta el infinito ohhhh, sin descanso, pero siiiiii es que existeehhhh una pecera mayor, la más AHHHH grande de todas, MMMM, esa pecera que yaaaa no estááááá dentro de otra peceraahhhh, me imagino que ¡ohhhh! estaría muy adoloridaaaaa¡ahh! de lo que pasa ¡HHHH! en su interior, ¡yYYY! me imagino queEEEEE ahhh lo único ¡AHH! lo qué ese dolor, ¡MMMMM! se puede comparaAAAAR… es aAAAAA CUUUUUUUAAANDO TEEEEEEEE DUUELEEEE LAAAA ¡CAAAAABEEHHHHHHHZAAAAAAAAAAAHHH!!! ahhhhhhhhhhhhh" y el fantasma se transformaba paulatinamente en el humo del cigarrillo que fumaba.

“Hola”, le dijo una muchacha, “tienes por casualidad algo para el dolor de cabeza, de nuevo se me rompe esta pecera”.
ehhh, haber”, y del bolsillo de su bufanda saco una tira de migranol, saco uno y se lo dio.
“gracias, ¿no tienes agua?”“
ehhh, espera”, y de una pecera rota dentro de otra pecera, aparto los cristales rotos, y le hizo beber la mitad, saco otra pastilla de la tira, y se la tomo con lo que quedaba de agua. “je, también se me quebró una pecera”
“¿a ti se te quiebran?, a mi me vibran hasta que estallan, me duele la cabeza una vez cada muchos años, que suerte que tuvieras una pastilla”. Adán la miró, extrañado y sonriente, no podía penetrar sus ojos, parecían que humeaban… se acercó a ella, la abrazo le dio un cálido beso que ella antes sonriente le devolvió y caminaron abrazados sobre la baranda del mirador, sin darse cuenta Adán que cuando la abrazo, su piedra se cayó….

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